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Se levanta. Tarde. Se pinta y abre las ventanas demorándose contra el peor postigo. Se sienta. Mira. Sigue mirando. Tarde. Humo con olor a flores secas, a maderos. Tarde. Tarde, tarde. Una cruci-ficción dilatada e indirecta, por interpósita persona al cubo de la enésima potencia. Los ojos le cuestan más que antes. Tarde. Se levanta. No puede brillarle así el pelo. Y la piel y las piernas y los hombros. Y la pintura. Sin hoguera pero maderos, alrededor del aquelarre late, tiembla, respira, lo ausculta todo un temblor de equilibrio, una relojería precisa de control inmediato dentro del caos. Tarde. Más que desquiciantemente tarde. Cerrar las manos para callar el perfume, ese, a maderos. Desprende un par de tientos de los de más arriba y sin suspirar, condesciende al aire brillarla menos, deja que pase. Que las cosas pasen, que eso pase, que todo se le pase. Que pase de largo. Tarde. Peor, mil veces más escandaloso que endiabladamente tarde. Se sienta. Se le corre la pintura. Culpa de la hoguera. De lo pobre de la cacería. Del poco valor y de la escasez de plumas de la última temporada. De la voz ni noticias. No es que se siente, algo le mantiene el cuerpo a poca altura del suelo. Ve sin mirar, o será que mira sin ver. O lo peor: mira y ve, pero no le importa. Suenan los postigos, uno: el peor de todos. Pero no, tarde. De tarde, sí, pero tarde, pétreamente tarde. Ni un trago encima, encima. De las hogueras no los fuegos ni el calor, sino las cenizas, lo único que queda. Se pinta y abre. Despídese de todo, hasta de sí. Por encima de los horizontes curvos, un aire. El suyo. Ese callado. Las cenizas, la pintura. El tenue aviento del fulgor sido. Tarde. Tarde tarde tarde. De tarde, un abismo de luz se come el espacio que dormía. Más escandaloso que endiabladamente tarde. Se sienta. Se le corre la pintura otra vez y ahora su cara es una mancha entre la pintura. Culpa de la hoguera. De lo pobre de la cacería. De lo inútil que en esta temporada ha sido la pesca de ángeles. Y ahí queda. Apenas una mancha de sal en el aquelarre, un abandono. Una trampa, un perfume tarde que se sienta, se pinta y cae.
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retexto de Marina Cecilia Kohon
------------/versión lírica/----------
http://poemasenlabahiasalitrosa.blogspot.com/
cómo levantarse de una cama de cenizas
de la cruci-ficción que le imponen las voces
el grotesco aquelarre
de un día demasiado tarde
late, tiembla sentada en el borde de la cama
suspendida por su perfume de maderos
en medio del caos
condesciende al aire brillarla menos
mira sin ver
de las hogueras no los fuegos ni el calor
sino cenizas
despídese de todo
se pinta/deja que el abismo de luz
se coma el espacio que dormía
todo es una trampa
una mancha de sal sobre bocas de vidrio
cae
cae
sólo queda su perfume.
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retexto de Marina Cecilia Kohon
------------/versión lírica/----------
http://poemasenlabahiasalitrosa.blogspot.com/
cómo levantarse de una cama de cenizas
de la cruci-ficción que le imponen las voces
el grotesco aquelarre
de un día demasiado tarde
late, tiembla sentada en el borde de la cama
suspendida por su perfume de maderos
en medio del caos
condesciende al aire brillarla menos
mira sin ver
de las hogueras no los fuegos ni el calor
sino cenizas
despídese de todo
se pinta/deja que el abismo de luz
se coma el espacio que dormía
todo es una trampa
una mancha de sal sobre bocas de vidrio
cae
cae
sólo queda su perfume.
2 comentarios:
Ale! el comentario me quedó dos entradas más abajo, y eso que no estamos en noche de brujas... cosa e mandinga...
Jajajaaaa además de seguir siendo un gusto dos entradas más acá, se duplica! beso
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