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/LXXVII/
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cabeza hiende mandrágoras y cara huele brevemente cúrcuma. solar de cieno y sueños. siesta y siega respiración sudor, dedos cerrar círculos cerca del arroyo cantor eternidad, el telar aéreo concilia claves celestes y no hay hilo que se suelte, alrededor del punto una madeja espesa, espacio, es pose, poseer, querer tener y no poder, cinco contra uno, todos juntos esperando señal del siemprevivo sin saber leer, lo lejano quema. mirar, querer ver, entonces soñarlo si no aparece, sino arder el aire a ojo rito: peces de escape hasta el sino.
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