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sábado, 6 de febrero de 2010

5 am





...pero ya desde las dos: sabés lo que fue despertar y no encontrarte? Errarte por minutos en la esquina, por milímetros de curvas infartantes a través de los cables imantados?

Ay, Shoe! Y quedarse, en vez de con tu integridad abismal absoluta, con las desquiciantes series salmón y lila que te ciñen el cuello como lo harían mis dedos, como lo hiciera mil veces con la mente, miles de versoveces, de veces besos, de verte verde venir viciosa a visitarme, a vaciarme de viles velos y buscar la tan arcana Hyspania de aquella última vez compartida en la esquina esta.

Sí Shoe, casi así, pero ya sabemos que las palabras naufragan en las afueras de los ecos más lejanos y sutilmente crepitantes del mar interno. Después de probar todas, una por una, más de una vez, dejé una de las salmón, la que besa con el gesto de decir secretos (Shoe6, pero quizá le hubiera quedado mejor llamarse: shoesix, shoesex, sexjuice, sexshoe)

Sabés qué?

Mirándola fijo un largo rato, el halo húmedo brillante transparente de tus labios se mueve un poco hacia los lados y de arriba abajo cada tanto; entreabren apenas una oscuridad interior que dura fracción de segundo, pero en un tiempo estirado hasta el sadomasoquismo, dejan adivinar un cosmos mullido y perfumado de paladar en las sienes, un crujir redondeado, un choque blando, blondo, blindado, al revés, blind blend bleeding; la oscuridad esa: embudo carcomiente, concomitante, invitación a perderse para siempre hasta que olviden su nombre las amígdalas.

Te decía que se mueven solos, que el halo brillante etéreo se espesa bastante lechosamente; que la mano que abriga el secreto ya no entra en foco y sin embargo es mucho más protagonista o arma o escafandra.

Sabías que a veces hablo con tus fotos? Fijate bien en el borde superior derecho, hacia la comisura, ese rincón arquitrabe vivo, sutil desmayo, fugaz y sediciosa invitación a la cal-miel. Ves como se van juntando, insidiosas en tu boca, las babas del viejo ajedrecista?

Y tener que salir a las tres de la mañana, para fumar y aire fresco y vuelta de página, un recreo. Un paréntesis perdido entre las solapas de la sedición. Pero no sólo salir, porque había que vestirse desde cero y garuaba; entonces la lluvia, gotitas mínimas, aliento frío antes que agua, gaseosa aún. Y los pasos trajeron las gaitas y las castañuelas alrededor del fuego que vela la vista de los alrededores, pisé tierra blanda y húmeda, olí el aire cargado con murmullos musicales musitados al oído.

Gaitas de viento y gluglú entre los huecos de las piedras, mientras caminaba. Me paré en medio de la división central de cemento de ambos cauces al llegar a la avenida (ves como parece un río de cemento? Es calle Almafuerte, con escamas que simulan agua y luces como de estrellas; podés verlo? Como trepa cuesta arriba y se curva a la derecha hacia el final? Las riberas son veredas y vidrieras, las canoas pasan a remos de caucho y circularmente iluminadas) y me sentí por un instante navegante; sonaba a mares lejanos y sedientos (una canoa se había hecho trizas contra otra por un error humano ante la luz roja de los ríos urbanos) olía a esta misma noche, pero más precisamente a la de hace dos sábados, cuando una hilera de calcio, como armadura, aparecía apretada por un abrazo rojo intenso, no tenso sino hasta su límite perfecto.

Quise devolverte la serie de besos, pero la tecnología también tiene sus fronteras, que se comprimen todavía más cuando uno la maltrata contra el suelo varias veces. Quise pagarte las monedas de oro que me dejaste en la base de la lengua to pay for this long trip…

Full long-ago trip in your eastern ship.

Pero como la electrónica fastidia, viste? ...te las mando en un basilisco bizco que quedó de guardia postal esta noche, entre los pétalos de la alive red orchyd; las vas a encontrar ayer en la quinta maceta de la planta alta, cuando por fin despiertes.

Ahora el agua alarga su vapor contra los vidrios, la mañana ya bosteza sus albores y entonces me estiro hasta el crac espinal. Tengo que irme un rato, también hay que ganarse la vida, no?

Habrás de levantarte hora y media tarde más tarde de lo apropiado; está bien; es sábado y la atmósfera destila vientos diferentes, más cansinos o liberados, algo como una tenue brisa festiva interior que no dura demasiado, solo lo suficiente como para olerla y dejarse sopapear a gusto por su guante de plumas y de seda a la vez.

Olor a infusión, a cenizas de sándalo y a cuadernos con vagos apuntes que quedarán esperando la vuelta de las horas ajustadas a la doxa, a lo ejecutivo, instrumental, obligaciones.

El recinto, en cambio, va insinuándose de a poco, tildado, colgado detrás de las murallas de la galería transparente que junta millones de gotitas nada más que para desarmar las figuras y tirarlas como millones de bolitas a este lado; se arma de a poco, casi como si afuera un cielo celeste fuera cargándose de coágulos de algodón, sutiles e irrefrenables. Con pedazos de avenida, corrientes de agua, con esos sonidos aéreos y las más lejanas imágenes que dactilan micropixeles destiladas por macropinceles, labios alados y ojos ecuestres; todo encerrado en la total y sencilla libertad de un circular índice derecho, para que lo conjures cada vez que te dé la gana, Princess Shoe on the rocks with diamonds...

Bye bye Shangai Baby, la de los ojitos chinos...

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3 comentarios:

Néctar dijo...

Desconocía está faceta narrativa, y me gusta, sigo leyendo poesía entre tus letras, y entre ellas te voy conociendo.

Néctares

Anónimo dijo...

Ya se te ve cerca shoe,lo descontrolas todo,ya se te ve llegando a sus manos,ya podrás pagarle sus besos...lo leí hace tiempo,sigue pareciendome,delicioso. Lacté

Alejandro Cabrol dijo...

Me alegro Néctar, néctares prestados te devuelvo

Muchas gracias Lacté, es verdad... este texto tendrá tres o cuatro meses, zapatitos cercanos...?