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este extranjero en la ciudad del soneto
quiere dejarle su pasaporte vencido
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le queda el soplo apenas suficiente
para intentar la tregua; tal vez tarde
demasiado en sentir que desde el mar de
sol es por fin nacido. Su relente
se empalma natural con la corriente:
ya es pluma, paloma; no hay que emparde
tanta altura, algún ave, y arde
en su aura el compás de ese torrente
que encandila de lejos y es estela;
algo ido, de ayer, memoria vuela
por si alguien recuerda y mira arriba
procurando saber cuál gema esconde
al ser querido muerto, que responde:
¿qué importa el cuerpo aquél, mientras yo viva?
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