mi lagro

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... lo mejor de los milagros no es que existan, ni haberlos visto de cerca, o haber oído hablar bien de ellos por boca de íntimos y allegados; sino saber sentirlos en su posible cercanía, intuirlos, verlos venir o algún verbo que actúe físicamente sobre uno, aunque por lo general pase-que-pase a nuestro lado sin mirarnos


y quizá tampoco eso sea lo mejor, sino que lo peor de lo mejor: dejarnos mojar la oreja por ese sueño, verlo moverse de una manera hipnótica, ser ese paso del milagro frente nuestro


paralizados mientras pasa sonando a grillos, tallos, tacos, agua

y quizá hasta nos roce con su pelo

o quedemos masticando el aire perfumado de su paso




hay un milagro latente a cada paso

entonces esa amenaza

es a veces dulce


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