Geminis
Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches, en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.
Hemos llamado en ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda -quizá sea que volvamos- el gastado cuaderno de sus labios.
Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos guarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.
Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.
El bosque de los huesos
Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.
Quiza sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.
Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.
Preludio
En un quiosco
Donde vendían
Coca-Cola
Seven Up chica
7 up gr.
Canadá Dry
San Luis
Afuera había
Niebla baja
Y antorchas
Era el día
De un colegio
Y llevaban antorchas
Y carteles
Amor Love
Liberty
Y toda la nobleza
De una tarde
En la marea
Baja y carteles
Donde se leía
Amor
Como un Domingo
Que en un parque
Todos
Tomaban cerveza
O una noche
Simétrica con el acantilado
Al borde de la mar
Tomaban cerveza
Y caminaban por el pasto
O recibían
En el rostro
El cielo
FUGA
Tomaban cerveza
Hasta que la dotación
Del patrullero
PL 45
Hizo lo que siempre hacen
Ezra Pound: cenizas y cilicio
1
Tower of Pisa
Alabaster and not ivory. Y eterno,
Para ferias de fascistas
Quien la canta.
Y ebrio ya de belleza y en demencia
(Puede ser que sus ojos sean nuestros)
Rojo mar y el adriático crepúsculo
Y dos guerras herrumbradas en su frente:
Frente a la lívida amenaza de la historia:
Ezra Pound,
Ezra
Y su ejército perenne en pie
De muerte.
Torre de Pisa
Et cinis et cilicium.
2
Ezra:
Sé que si llegaras a mi barrio
Los muchachos dirían en la esquina:
Qué tal viejo, che’ su madre,
Y yo habría de volver a ser el muerto
Que a tu sombra escribiera salmodiando
Unas frases ideales a mi oboe.
El milagro se oculta entre lo oscuro
Donde olvido y memoria son tan sólo
Los reflejos de lo áspero y amado,
La ilusión que ha surgido de enebro
Duramente recuerdo tus poemas,
Viejo fioca,
Mi amigo inconfesable.
Soy Luchito Hernández…
Soy Luchito Hernández
Ex Campeón de peso welter
Poca gente me habla
Hasta oí a alguien
Preguntarme
¿De qué te defiendes?
Y yo hubiera respondido
Si no silencioso fuera:
Más bien te defiendo De mi luz. Una luz
Que reuní y me friega.
Preludio número ocho en LA Menor
Los campos del trigo
De mi Rusia natal
Son como los campos
Verdes de mi España
El Sol de mi Barranco
Natal
Es del color
De Lima mi ciudad
El mismo Sol
Del planeta donde
Yo haya nacido
Es el mismo Sol
Que como estrella
Bendice al niño
O recibe la bendición
De los ojos claros
Del anciano
Las monedas
De Jesús María
Mi barrio natal.
Tienen el extraordinario
Brillo
De todo lo que amamos
Los ojos de mi amor
Perdido
Tienen el extraordinario
Brillo
De lo que alguna vez amamos
El brillo de los vidrios
En la pista
Cascos de cerveza
Vitrinas coloreadas
Con la lentitud
De la tarde invernal
Hay algo en la niebla
Que aún merece
Ser de nombre amor
Y también
Nostálgico, un amor
La canción que amó
Tiene la suave tersura
De un modo anterior
En un árbol
Descansa el universo
Que aún merece
El reflejo
En las tiendas
Coloreadas
Los ovillos
Los muñecos agujas
Flores mermelada risas
De una madera
Demasiado firme
Es la vida
Pero lleva
La escritura
Del tiempo.
[De paul Celan: en alta mar]
París, el barquito, yace en el vaso, ante el ancla:
Así estoy contigo, veo por ti.
Y bebo hasta que mi corazón se oscurezca,
Y bebo hasta que parís flote en sus lágrimas,
Hasta que lleguemos a los lejanos velos
Que nos ocultan el mundo, donde cada tú es una rama,
Y yo la hoja que calla y asciende.
[De paul Celan: Ven, ven]
Ven, ven
Ven una palabra, ven,
Ven a través de la noche,
Ilumina, ilumina.
Ceniza
Ceniza, ceniza,
Noche.
Noche -y- noche – Hacia
Los ojos llega
Centelleante.
Luis Hernández es uno de los poetas peruanos más queridos de la generación del 60. Escribió tres libros que lo mostraron como una figura importante en la poesía peruana de la época. Luego de su poemario Las Constelaciones se negó a publicar más y lo que hacía erallenar cuadernos con poemas que regalaba a sus amigos, tiempo después Nicolás Yerovi al enterarse de esto, decidió reunir esos cuadernos para editarlos, lo que se transformaría en su libro más aclamado: Vox Horrízona.
Su particular forma de ver las cosas, su actitud frente a la vida y la poesía y su pronto fallecimiento lo convirtieron rápidamente en un autor de culto. Compartimos algunos de sus poemas.
Su nombre completo es Luis Guillermo Hernández Camarero (Lima, 18 de diciembre de 1941 – Buenos Aires, 3 de octubre de 1977) Ha escrito Orilla, Charlie Melnick, Las Constelaciones y Vox Horrízona. Perteneció a la generación de poetas peruanos del 60 (Javier Heraud, Rodolfo Hinosotroza, Antonio Cisneros, entre otros).
Después de sus primeros tres libros se negó a publicar más y lo que hacía era llenar cuadernos con poemas que regalaba a sus amigos, tiempo después Nicolás Yerovi al enterarse de esto, decidió reunir esos cuadernos para editarlos, lo que se transformaría en su libro más aclamado:Vox Horrízona.
Se suicidó en Buenos Aires un 03 de Octubre de 1977, presuntamente arrojándose bajo las vías del tren.
(FUENTE: Página/Blog "Poetas del fin del mundo")