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sábado, 29 de mayo de 2010

Patria /Geografía, de Jorge Lanata/

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El recuerdo y lectura del texto ante el numeroso auditorio es agradecido al profesor Arturo Firpo, en el marco de las Jornadas sobre el Amor y la Amistad, UADER 2010, entre posibles Philías argentas entre las que figuran poemas de Lugones, Marechal, Cortázar, entre otros; el rescate o compilación física del texto se la debo a una nota de Noelia Godoy, una compañera inquieta de la facultad.

Si bien todos hablan de la "Patria Grande", específicamente de la porteña, o sea, del "corazón" de la Patria, porque cada uno establece una filiación interna particular asociada a distintos elementos, creo que refiere a una serie de elementos comunes bastante compartidos por todos.

No sé si son las ganas de viajar, las recurrencias sobre ciertos textos o qué, pero me hace acordar un poco al poema de Ricardo Zelarrán, "La Gran Salina"; debe ser por el clima de expectante gratitud y detallismo, por la inmensidad solitaria, una blancura extrema que duele, hiere, alimenta, pinta, encanta, miles de verbos... esas cosas.

Vaya el texto, al que una vez leído no cabe nada que agregar, más un silencio total. Nuevamente GRACIAS a Jorge Lanata, este periodista, intelectual, y sobre todo: un incurable sentipensante argentino.
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Geografía- Jorge Lanata

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En unas rutas de Jujuy, o en Cutral-Có: ¿de qué lado está la patria?

Viaja la Patria a la madrugada entre las polleras de las empleadas de Terrabusi,

cuando la Avenida Patricios se llena de aroma a chocolate.

¿Qué Patria?

La Patria limita al norte con el corazón,

al oeste con los nudos del estómago,

al sur

no limita al sur la Patria

al sur se extiende esta Patria de casas bajas y

promesas desmesuradas;

y al este, el mar

el mismo mar al que entró Moreno para apagar tanto fuego.

¿Qué Patria es esta Patria en la que los próceres

mueren afuera?

Este país,

nuestro país.

La Patria es un lugar del corazón

al que no accede el Banco Mundial

y es anónima, por definición

aunque constantemente le tiran del vestido hecho jirones los que creen que la

Patria se posee, y no se siente.

Patria de huéspedes de hotel, dijo Mallea.

Los peruanos descienden de los incas y los argentinos de los barcos, dice mi

recuerdo.

Patria de escritores que se alejan a París para poder quererla;

Patria de nobleza trucha, quinta generación de almaceneros que alambró la Patria

sin darse cuenta de que la Patria vivía en el aire.

Ellos se titularon encargados de definir la Patria, lo patrio, los símbolos

patrios,

banderas de plástico cosidas en Taiwan.

Vendían la patria,

y en cualquier caso era la Patria de ellos, no la nuestra.

¿Dónde está la Patria? ¿En La Matanza o en el Jockey Club?

Patria de quién:

los cuatro climas, el dulce de leche, el colectivo, la picana eléctrica, la

birome, el tango, la manteca al techo, los desaparecidos, las madres, las

huellas digitales, la Obediencia Debida, Piazolla, Rayuela, Los siete locos, las

Malvinas, Facundo, el crisol de razas, Argentina Potencia, el granero del

mundo, la gambeta, el ceibo, el mate, el alambre, el psicoanálisis y Dios,

argentino por adopción.

Patria

de

quién,

Patria de los que esperan:

hace mucho que esperan

mucho.

No saben bien,

esperan una vida

un país

algún futuro.

La Patria les duele en los ojos.

Es tan grande... Llega hasta allá, donde hace un tajo el cielo, y más allá

también.

Sé de gente que se ha cruzado cara a cara con la Patria, por casualidad, en una

esquina de Nueva York.

Supe de otros que murieron por ella, lo que es decir por ellos, o sea, por

nosotros, por todos.

Patria con himno escrito por un español y tangos cantados por un francés;

Patria empeñada por ingleses vocacionales, por cadetes de apellido lustroso.

Escribo estas líneas en el Día de la Patria.

Y en este precise memento tiran a un pibe a cualquier celda de la Policía de la

Provincia;

a esta hora una puta discute su precio con un turista

y una decena de tipos se reclinan a tomar ginebra en los paraderos de

Constitución.

En este comienzo del Día de la Patria alguien allá, en esa única ventana

iluminada, deja de leer y sueña que podrá cambiar el mundo,

y en la diagonal de la escena barre el portero,

y poco más allá un tipo se arrepiente y otro espera el colectivo.

¿Patria de quién? ¿De la celda, del alcohol, del libro, del hotel, de la

manguera, del sueño?

¿Argentina del viento o de los diccionarios?

¿Morían por la Patria los polacos que quedaron sepultados construyendo el

subterráneo de Buenos Aires?

¿La Patria nació en el Hotel de Inmigrantes o en los campos de Martínet de Hoz?

¿Dónde estaba la Patria durante los bombardeos del '55? ¿Arriba o abajo?

Libros enterrados en los jardines del '76: ¿la Patria estaba bajo tierra?

Yo te daré

te daré, Patria hermosa,

Te daré, una cosa...

¿Estuvo en Ezeiza, la Patria? ¿En el pañuelo de Leonardo Favio o en la

metralleta de López Rega?

¿Galtieri tomaba la Patria con hielo?

¿O en aquellos años la Patria estuvo en los trenes de Estocolmo, en las cocinas

de Madrid, en los edificios ocupados de Manhattan?

Patria de arena,

de sal,

de humo grueso brotando de neumáticos quemados ;

necesidad

maneras de ponerse de pie,

vergüenza ajena

muerte propia

sueño.

Cualquiera puede definir los efectos del amor, pero no sus causas:

con la Patria sucede

algo similar;

somos argentinos por eso

por esta manera triste de mirar al sur,

por nuestros tics de nobles venidos a menos,

por este humor oxidado de cinismo,

por esta condena a la infancia perpetua

por el amor, y el espanto.

¿Patria de quién?

Patria de Borges y de Monzón,

de Olmedo y de Houssay,

de Discépolo y de Videla,

de los perritos de Perón, de Manuel Puig; de Carrasco, de Aramburu, del Plaza

Hotel, de la escuela destartalada, de Isidoro Cañones, de Tato Bores, del

ingeniero Santos, de las chicas más increíbles del planeta, de los piolas, del

bife de chorizo, del Nunca Más.

No alcanza, ¿no?

Pensar que toda esta catarata de palabras

puede evitarse para definir la Patria:

sólo hay que salir

al aire libre

respirar profundo

y mirar al cielo.

.    .    .    .    .    .    /Jorge Lanata, argentino/

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2 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Bellísimo poema...patria, ay pátrias, ay banderas, cielos, nortes y sur, oestes y estes que limitan y duelen o hacen llorar y reír. ¿quien nace en una patria escogida, dulce o salada, verde o estepa? La patria es el corazón que se deposita en cada diversidad, amándolas o intentado comprenderlas, la patria del ser humano no tiene fronteras ni banderas, fluye en venas bajo pieles de todos los colores. !salve Argentina!
Naufrago en muchas patrias; queman de sal en los ojos, o de arena en la boca o mojan porque son hierba húmeda.
He aquí, amigo, una de las versiones de patria que más amo:
"...pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía" del libro; León el Africano.
de Amin Maalouf. Bsito.

Alejandro Cabrol dijo...

Gracias Natalia, es una deliciosa forma de ver las cosas, un beso!